La gastronomía mexicana, considerada como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, cuenta con centenares de datos curiosos y anécdotas alrededor de sus ingredientes.
Aquí te contamos cinco que nos llamaron la atención.
1. El amaranto, semilla inmortal
En 1519, cuando los conquistadores llegaron a la Nueva España, descubrieron que la base de la alimentación azteca eran el maíz, el frijol, el chile y el amaranto.
El amaranto es una semilla es que se utilizaba en forma de harina en la época prehispánica. La flor de la que se extrae el amaranto es muy fuerte y resistente a las inclemencias del tiempo. Por eso, para los aztecas representaba la inmortalidad en los rituales religiosos en los que la utilizaban.
2. Pozole ¿de perro?
El pozole, vocablo que proviene del náhuatl pozolli, es un plato de la gastronomía mexicana que- se hace de granos de maíz cacahuazintle a los que se le añade carne de cerdo, ternera o pollo. Sin embargo, en la época de los aztecas se hacía con carne de tepezcuintle, que en náhuatl significa perro de montaña, aunque no es un perro. Sino más bien era un tipo de roedor que habita en el centro del país.
3. El chile habanero, ¡de Cuba!
Uno de los chiles más picantes que existen es el chile habanero. Aunque no existe un registro fiel de la llegada del chile habanero a México, se intuye que llegó a la Península de Yucatán desde Cuba. Algunos historiadores afirman que llegó en los primeros desembarcos desde La Habana por parte de los conquistadores españoles. De ahí el nombre habanero.
4. El pan en México
Con la llegada de los españoles a México, también llegó el pan. El registro de venta se encuentra en una ordenanza de Hernán Cortés fechada en 1525. En esa ordenanza, se exigía que todas las panaderías enviaran sus panes a la plaza pública. El pan debería estar cocido y seco; y ahí se estipulaba el precio y el peso. Los panes que se producían eran salados y dulces.
5. El café de Veracruz
Se tienen registros de que el café llegó a México procedente de África y de Cuba entre 1720 y 1790. Y recaló en el puerto de Veracruz, desde dónde se fue a la ciudad de Córdoba, donde se empezó a cultivar la planta. A día de hoy, de las más de 60 comunidades indígenas que hay en México, cerca del 50% tienen relación con la actividad cafetalera.
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